jueves, 22 de enero de 2009







Andaba perdida, platicaba con las plantas,
las que día a día la escuchaban y aconsejaban...
tomaba su té a las 5 de la tarde.
siempre esperando a su acompañante,
pero la silla de enfrente seguía vacía
y la visita volvía a faltar.

Un día más de espera en vano,
aunque ella no se precipitaba,
sabía que el
volvería en cualquier momento.
La guerra había acabado,
un día llegaría su amado.
perdió la noción del tiempo.
y veinte años pasaron.
aquella silla lo sigue esperando,
junto con una ilucion que no entiende
sobre la razón,
y que mantiene vivo el corazón....

1 comentario:

Anónimo dijo...

a veces me parece q yo mismo empecé la guerra, q yo mismo inventé algo para no estar ocupando la silla junto a quien me espera